domingo, 30 de agosto de 2009

Los Cinco Soles



Según los aztecas el supremo creador de todo fue el dios Ometecuhlti que, junto a su esposa Omecihuatl, creó toda la vida sobre la tierra. En otras versiones, esa pareja creadora original, se reduce a una sola divinidad llamada Ometeotl que adquiere una doble vertiente, por un lado la masculina, Ometecuhtli, y, por otro, la femenina, Omecihuatl. Así, este dios, que aparece como un dios del fuego y como el dios supremo del panteón azteca, es una divinidad andrógina. No recibió culto formal ni tampoco contó un centro de culto, pero estaba presente en cada ritual y en todas las elementos de este mundo. Esa pareja cósmica, o ese dios andrógino, dio a luz a los cuatro dioses que más tarde crearían cada uno de los soles y más tarde tuvo otras 1.600 divinidades más. Según la mitología azteca antes de nuestro sol, que es el quinto, existieron otros cuatro. Para los aztecas vivíamos, por tanto, en la quinta creación, o en la quinta era. Volviendo a la pareja original y a su descendencia, la legenda mexica señalaba que cada uno de esos dioses creadores luchaba por la supremacía en el mundo, empleando cada uno su propia fuerza cósmica: tierra, fuego, viento o agua. Mientras esas fuerzas se mantuvieran en equilibrio, el mundo estaba en orden y podía existir la era de un sol; sin embargo, si se producía un desequilibrio cósmico, ese sol, junto con la Tierra y los seres humanos de esa era, perecerían. El primero de esos cinco soles fue el creado por el dios Tezcatlipoca, que era el dios de la Tierra. Sin embargo, su creación fue algo imperfecta, ya que los seres humanos aparecieron con forma de gigantes y en vez de un sol completo, se formó medio sol. Aquellos gigantes seres humanos, se vieron obligados a sobrevivir solamente con bellotas y piñones. A consecuencia de esta pésima alimentación, los humanos crecieron poco y débiles. En un momento determinado de esa era, los jaguares devoraron al medio sol existente y, ayudados por la oscuridad, fueron destruyendo y asesinando a los seres humanos gigantes.
El segundo de esos soles fue creado por el dios Quetzalcoatl, dios del Viento. Bajo este sol, los humanos se alimentaron con semillas de árboles, que todavía eran insuficientes para fortalecer a los hombres, que debían sobrevivir a los fuertes vientos. Los tremendos huracanes en ocasiones arrojaban a los seres humanos lejos. A pesar de ello, algunos humanos lograron sobrevivir al ser capaces de transformarse en monos
Tlaloc, que era el dios del Fuego en la mitología azteca, creó el tercer sol. Durante la era del tercer sol, los seres humanos hambrientos vivían de cereales. En este mundo, fueron los tremendos volcanes los que provocaron las desgracias. Enromes volcanes hacían erupción y las cenizas caían desde el cielo, consumiendo y enterrando el mundo. Sin embargo algunos hombres sobrevivieron al convertirse en pájaros que podía escapar a aquellas destructivas erupciones.
Chalchiuhtlique, la diosa del Agua azteca, fue la encargada de la creación del cuarto sol. Los seres humanos de esta creación intentaron sobrevivir con una semilla conocida con el nombre de acicintli, pero ésta no era comida suficiente para los humanos, que tenían que enfrentarse a enormes inundaciones. El agua emergió del centro de la Tierra provocando una tremenda catástrofe en el mundo. Algunos seres humanos lograron sobrevivir a esta catástrofe convirtiéndose en peces.
Todas las creaciones anteriores habían sido destruidas por una catástrofe, y con ella habían desaparecido los soles, las tierras y los seres humanos de cada una de esas eras. Entonces los dioses se dieron cuenta de que la existencia del quinto sol solamente sería posible con el sacrificio de otro dios.

Así, los dioses decidieron levantar una enorme pira con ardiente fuego, si bien ninguno de ellos se atrevía a sacrificarse. Finalmente la decisión recayó en dos divinidades creadas por el supremo Ometeotl: los dioses Nanahuatl y Teucciztecatl. Éste último hizo hasta cuatro intentos para arrojarse al fuego, sin embargo, no tenía el suficiente valor y fue Nanahuatl, lleno de valentía, el primero en sacrificarse. Teucciztecatl consiguió reunir el suficiente coraje y finalmente siguió a Nanahuatl en el sacrificio. Nanahuatl se transformó en un sol resplandeciente, que ninguno de los dioses podía mirar directamente, mientras que su compañero se convirtió en la luna. El resto de los dioses se percató de que Nanahuatl no se alzaría en el firmamento hasta que no recibiese alimento necesario, es decir: los corazones para comer y la sangre para beber, de otros dioses sacrificados. Tras el enfrentamiento entre Nanahuatl y la Estrella Matutina, que se enfadó ante la idea del sacrificio, este último dios que era el más feroz de los 1.600 dioses, fue derrotado. Entonces todas esas divinidades, las 1.600, decidieron sacrificarse para dar alimento a este quinto sol, tras lo cual Nanahuatl, se alzó desde el este. Esos dioses se sacrificaron, ofreciendo su sangre para dar vida a este quinto Sol, pero Hiutzilopochtli tuvo que luchar con las tinieblas para poder expulsarlas del mundo y esa lucha dio origen a las estrellas. En otras versiones, se cuenta que esos dioses se fueron arrojando uno tras otro a ese fuego legendario, hasta transformarse en los astros que componen el firmamento.
Los aztecas se creían a sí mismos como el pueblo elegido para mantener al sol con vida, sin su ayuda este quinto sol, terminado un ciclo de 52 años, no volvería a salir. Para este pueblo la sangre es un elemento fundamental, que del mismo modo que mantiene vivo al ser humano, también puede dar vida al actual sol, llamado Hiutzilopochtli.
Por otro lado, este pueblo creía que igual que los cuatro soles anteriores, Hiutzilopochtli también podía desaparecer en un cataclismo y consideraban, además, que el mundo tal y como lo conocían, sería destruido en un gran terremoto, al final de un ciclo de la rueda calendárica de 52 años. Para mantenerlo vivo le proporcionaban como alimento un componente que sólo se encontraba en la sangre de las madre muertas en el parto, de los guerreros muertos en combate y de los prisioneros sacrificados.

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